Jared Diamond escribió un impactante libro, muy bien escrito y documentado, llamado Colapso. A pesar del título catastrófico, es un libro positivo, que intenta abrir los ojos ante el problema de la destrucción de la biosfera y que aporta casos históricos, para aprender lo que hay que hacer y lo que no. Algunas sociedades se extinguieron y otras sobrevivieron. Las sociedades que colapsan, se autodestruyen por una sobrexplotación de los recursos naturales y esto ha ocurrido con frecuencia de manera repentina y sorpresiva, incluso después de conseguir las más altas cotas de riqueza.
El ejemplo paradigmático es el de la Isla de Pascua. La civilización que existió y erigió esas estatuas enormes y majestuosas (moais), se extinguió por diversas causas como una deforestación salvaje y por el aislamiento. Los lugareños agotaron los recursos naturales de la isla, abundantes, pero finitos. Nuestra Isla de Pascua es el planeta Tierra. No hay otra Tierra donde ir a buscar los recursos agotados que necesitamos. Y Marte está muy lejos aún. Este es el paralelismo existente entre nosotros y ellos. El colapso es un patrón que se repite, a no ser que se gestione con inteligencia. De lo contrario, la madre naturaleza proveerá, si sobramos nos eliminará.
El colapso digital
La tecnología en ningún caso puede sustituir a la energía. Y la tecnología no es inocente en el proceso de destrucción energética de nuestro planeta.
"todos nuestros problemas actuales son consecuencias negativas y no deseadas de la tecnología que disponemos" (Jared Diamond, Colapso, 2012, Debolsillo, p653.
Ningún progreso acelerado, ningún descubrimiento científico o técnico podrá darnos más energía de la que existe en el planeta. No hay más cera que la que arde, como se suele decir. Sin energía no hay tecnología. Y esta última sólo puede optimizar el consumo o la extracción de la primera, pero no puede resolver el problema de fondo, la escasez para la población planetaria. Ninguna solución mágica vendrá de un I+D a solucionar un problema sistémico. La segunda Ley de la Termodinámica es implacable. De hecho, cada avance tecnológico, a la larga, crea más problemas y más graves de los que resuelve. Esta es una constante histórica. La tecnología aporta confort y poder, pero siempre consume más energía, que el trabajo humano y una nueva revolución tecnológica siempre consume más que la anterior. La tecnología industrial, es superada por la tecnología digital, en contaminación, coste de producción y consumo. La tecnología condensa la energía. Al final, es progreso y el progreso es crecimiento y el crecimiento es devastación, y este resulta ya imposible con una superpoblación mundial como la actual. El desarrollo tecnológico sólo se consigue a través del aumento de la complejidad social como sostiene Tainter en su libro The Collapse of Complex Societies, requiriendo mayor energía para producir y para mantener la producción, hasta el momento que no por mayor energía aportada la productividad y los márgenes aumentan, sino que declinan. Por este motivo, la involución tecnológica es inevitable, el decrecimiento técnico es necesario. El colapso digital ocurrirá. Se trata de salvar un mínimo universo tecnológico, que nos ayude a vivir en el decrecimiento. En ese mínimo digital necesario debería existir un Internet mínimo. Este es un elemento clave de la solución. El colapso digital vendrá después del colapso energético y está constituido por tres momentos: 1) el cenit digital; 2) el acantilado digital; y 3) la singularidad negativa.
El cenit digital es aquel momento en el que la tecnología digital tendrá que decrecer masivamente, autolimitarse y priorizar su uso. Respecto al rango de fechas de 2020-2050, podemos esperar un desplazamiento en su aparición en 10-20 años, en la medida en que se den determinadas circunstancias. Este fenómeno es dependiente de la crisis de la energía y posterior al declive de esta. Un escenario adelantado sería 2020, aunque parece poco probable. Un escenario normal podría ser sobre 2040 y un escenario retrasado sería hacia 2050 o más allá. Este último es el que considero más probable, ya que espero que se adopte una digitalización sostenible, que pueda retrasar el cenit digital. De alguna manera, la primera gran crisis energética será la del petroleo. Por su proximidad y por la ubicuidad de su uso. Esta escasez determinará un auténtico cataclismo social a nivel mundial, para el que no estamos preparados. Probablemente, las políticas que determine esta fase, obligarán a un decrecimiento brusco y a una economía en búsqueda de la sostenibilidad, si los conflictos sociales lo permiten. Esto debería retrasar el pico del carbón, que es el que afectará indefectiblemente a la electricidad y por tanto, a la digitalización. El decrecimiento y optimización energética provocados por el agotamiento del petroleo, sumados a la digitalización deberían retrasar el cenit digital más allá del 2050.
El acantilado digital (Digital Cliff)
Una vez llegados al cenit, la des-digitalización o acantilado digital podrá ser más o menos rápido. La caída de los servicios, será más o menos acelerada, en función de unas determinadas circunstancias. Un escenario de caída acelerada sería debido a una aceleración en el pico del carbón, a una electrificación masiva de países del tercer mundo, a un salto en el crecimiento de la población o a la imposibilidad de priorizar el decrecimiento digital y de poner en práctica políticas de digitalización sostenible. Esta curva podría ser de 1 a 3 años. En un escenario de caída normal podríamos estar hablando de 3 a 5 años. Y en un escenario de caída ralentizada sería de 5 a 10. En esta caso, me inclino por el escenario acelerado como el más probable. Bardi estudiando el pico del petroleo, desarrolló un modelo para explicar como el declive es más rápido que el crecimiento (ver The Seneca effect: why decline is faster than growth) en las sociedades, teniendo en cuenta recursos naturales, economía y contaminación. La curva descrita por el modelo la llamó el efecto o acantilado Séneca inspirándose en una cita de este
El acantilado Séneca describe precisamente la curva de la caída del Imperio Romano. Es mucho más precipitada que una campana de Gauss. Un acantilado similar es el que nos espera. Lo hemos dicho anteriormente al hablar de los apagones eléctricos, en tan sólo 72 h nos vamos a la Edad de Piedra. Y ya no sabemos, ni hablar sin el móvil, ni hacer casas con arboles, ni conservar alimentos sin neveras. Las consecuencias de un acantilado son muy graves y pueden implicar la destrucción prácticamente total y definitiva de estas tecnologías. Por esto, es mejor prevenir que curar. Empezar lo antes posible con las soluciones al colapso digital, que consisten en una digitalización sostenible y en una priorización de las tecnologías, que tengan mayor beneficio social y menor consumo energético.
“Sería algún consuelo para la debilidad nuestra y de nuestras obras si todas las cosas perecieran con la misma lentitud que llegaron a existir; pero tal como son las cosas los incrementos son de lento crecer, la ruina es rápida”, Epistola XCI a Lucilio
El acantilado Séneca describe precisamente la curva de la caída del Imperio Romano. Es mucho más precipitada que una campana de Gauss. Un acantilado similar es el que nos espera. Lo hemos dicho anteriormente al hablar de los apagones eléctricos, en tan sólo 72 h nos vamos a la Edad de Piedra. Y ya no sabemos, ni hablar sin el móvil, ni hacer casas con arboles, ni conservar alimentos sin neveras. Las consecuencias de un acantilado son muy graves y pueden implicar la destrucción prácticamente total y definitiva de estas tecnologías. Por esto, es mejor prevenir que curar. Empezar lo antes posible con las soluciones al colapso digital, que consisten en una digitalización sostenible y en una priorización de las tecnologías, que tengan mayor beneficio social y menor consumo energético.
La singularidad negativa
La singularidad es aquel momento en la historia en que la inteligencia artificial superará a la humana. Según algunos, este punto de inflexión no está tan lejano, quizás diríamos sarcásticamente, no tanto por el lento desarrollo de la inteligencia artificial, sino por la manifiesta involución de la inteligencia humana. No pensemos en un androide aún, sino en un ordenador, que superaría ampliamente el Test de Turing y sería capaz de razonar y hablar como una persona, pero con mayor capacidad de cálculo, memoria, semántica y lógica tanto deductiva como inductiva. Capaz de superar a un hombre en cualquiera de sus facetas. Si la singularidad tuviera lugar antes del cenit digital, el acantilado sería cualitativamente más desastroso, que si no se hubiera producido. Durante el acantilado, tendríamos una singularidad negativa, el retroceso analógico de la singularidad. Con ello seríamos desposeidos del conocimiento y del razonamiento de las máquinas. Tendríamos algo así como un Internet negativo, una regresión grave en el conocimiento almacenado, una amnesia cultural, un agujero negro del saber, que nos dificultaría enormemente adaptarnos a las nuevas circunstancias de escasez. Deberíamos redescubrir las cosas más simples, que heredamos de nuestros antepasados, perdidas para siempre. Por eso, dentro de un decrecimiento digital controlado, la conservación de una infraestructura mínima de Internet, es esencial para nuestro futuro como especie, y por tanto, es parte de la solución del colapso digital, pero también del energético. Esto podría tener consecuencias muy negativas, no sólo en el conocimiento, sino genéticamente, ya que las máquinas pensantes nos habrían liberado de parte del esfuerzo de razonar y tomar decisiones, que sería deducido de nuestro ADN y al perderlo, nuestra inteligencia no nos permitiría adaptarnos a un planeta sin recursos y sin inteligencia artificial. Como cuando te acostumbras a la calculadora y ya no sabes dividir. Internet pertenece al bien común digital. Incluso podemos afirmar, que Internet es la base del bien común digital. Es necesario preservar un Internet esencial del posible colapso digital.
Soluciones al colapso digital
Nuestro particular programa de soluciones se dirige a varios ámbitos, pues el desafío lo necesita. Todos pueden desarrollarse por separado, pero están muy interrelacionados, aunque el desarrollo conjunto es el más aconsejable. Ante este programa, nosotros mantenemos un optimismo emocional, ya que la vida y la vida de nuestros hijos nos empuja a luchar por la supervivencia con todas nuestras fuerzas, con una fe ciega en la consecución de unos adjetivos dignos, sin embargo, también es imposible disipar un pesimismo racional, ante el ingente desafío, el mayor de toda la historia de la humanidad, que requerirá medidas extraordinarias de coordinación der toda la humanidad, sobre lo cual existe una abrumadora literatura para considerar, que esta vez vamos a perder.
- ÁMBITO INDIVIDUAL - Ética Digital (ED): Permitirá la comprensión de las acciones individuales en un marco normativo, en el que la actuación correcta quedará bien definida, tanto en la propia subjetividad como en la intersubjetividad.
- ÁMBITO SOCIAL - Responsabilidad Social Digital (RSD): Define el marco normativo práctico donde la acción colectiva tiene que ajustarse a las regulaciones de la digitalización sostenible y socialmente justa.
- ÁMBITO EMPRESA- Responsabilidad Corporativa Digital (RCD): Define las políticas de máxima excelencia para empresas, en la gestión de los recursos digitales, desde el punto de máximo beneficio social y ambiental.
- ÁMBITO ECONÓMICO - Economía del Bien Común Digital (EBCD): Es el modelo económico alternativo propuesto, el procomún digital colaborativo, que viene sustentado por una política monetaria colaborativa.
- ÁMBITO POLÍTICO - Democracia Distribuida Digital (DDD): Es la propuesta política para reducir el gap entre las instituciones política actuales y la tecnología colaborativa y distribuida, que puede permitir una gobernabilidad directa y más democrática.
A toda estas soluciones habría que añadirle la guinda. El fundamento de todas es el cambio de paradigma social, el cambio de perspectiva cultural, que resumimos bajo el concepto de cosmología política. Este es el que nos permite ver los problemas desde la conciencia planetaria de pertenencia a un ecosistema llamado biosfera. Para ver la Tierra como un todo, hay que verla desde fuera, desde el espacio. La visión de la astronáutica y de la cosmología, de una especie en un planeta azul, sin países ni diferencias, es completamente necesaria. Fue el gran divulgador Carl Sagan, quien desarrolló y divulgó esa visión. Nuestra existencia sólo tiene sentido si sentimos que hacemos parte del Cosmos. Cuidar la Tierra es cuidarnos a nosotros mismos. Ser parte del Mundo, es sólo ser parte de las pequeñeces humanas.
Aunque somos un actor destacado de la biosfera, interactuamos con muchas especies, con el clima, con los recursos naturales y no podemos vivir de espaldas a ellos, no ya por conservacionismo naturalista, sino por nuestra propia supervivencia egoísta. La cosmología política nos permite cambiar la mentalidad depredadora y territorial a nivel global, por una colaborativa para vivir en simbiosis metabólica con la naturaleza. A partir de la cual muchas soluciones son posibles. La economía del bien común digital, el enfoque de la economía del bien común en el ámbito digital, es crucial para transformar la sociedad analógica a través de las nuevas tecnologías digitales.
“¿cuantos de nuestros valores tradicionales de consumidores con un nivel de vida del Primer Mundo podemos permitirnos conservar? (Diamond, op cit, p678).
Este es el dilema. En los valores está también todo lo que nos aporta la tecnología digital. ¿Móviles u Hospitales? Este es el panorama al que nos exponemos en los próximos años: la tendencia hacia el colapso digital. Somos como la orquesta del Titanic: preferimos morir como siempre hemos vivido, que vivir como nunca habríamos muerto.
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